lunes, 8 de septiembre de 2014

Fragmento extraido del libro: Duma Key. Autor: Stephen King

Cómo dibujar un cuadro
Comienza con una superficie en blanco. No ha de ser un papel o un lienzo, aunque tengo la sensación de que debería ser blanco. Lo llamamos blanco porque necesitamos una palabra, pero su nombre verdadero es nada. Negro es la ausencia de luz, pero blanco es la ausencia de memoria, el color del no poder recordar. 
¿Cómo nos acordamos de cómo recordar? Esa es una cuestión que a menudo me he planteado, a menudo en las horas previas al amanecer. A veces e aquellas cortas horas pienso en el horizonte. Tienes que establecer el horizonte. Tienes que trazar una marca en el blanco. Un acto bastante simple, podrías decir, pero cualquier acto que rehace el mundo es heroico. O así lo había llegado a creer. 
Imagina a una niñita, apenas mayor que un bebé.  Se cayó de un carruaje casi noventa años atrás, se golpeó la cabeza contra una roca y no olvidó todo. No sólo su nombre; ¡todo! Y entonces un día recobró justo lo suficiente para agarrar un lápiz y trazar aquella primera marca vacilante a través del blanco. Una línea del horizonte, seguro. Pero también una grieta por la que verter la negrura.
Aún más, imagina aquella pequeña mano levantando el lápiz...dudando...y luego trazando una marca en el blanco. Imagina el coraje de aquel primer esfuerzo para restablecer el mundo mediante la acción de pintarlo. Siempre amaré a esa niñita, a pesar de todo lo que ella me ha costado. Debo amarla. No tengo elección.
Los dibujos son mágicos, como bien sabes.

Aporte de: Lucia Boim

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